Llevamos viviendo años, millones, más miles más si los contamos sin descanso y sin pararnos, hasta divisar lo bregado desde antes de nuestro primer antaño. Pues desde el principio es más rápido ver los caminos errados y los logros tan buscados, realizarlos. Si osamos imaginarnos y ante nosotros los cambios, de tan diáfanos nos aparecen vagos, fomentando el tiempo en bancos y en los cepos desterrandolo. Antes de catalogarnos humanos y saber que hay leones calvos pero no elefantes rosados, ni cocodrilos flemáticos.
– Y hoy está resurgiendo un rito eternizado a picotazos, oyendo conciertos de pájaros…
Armado hilando y hasta en desiertos agotado sin pensarlo, aquel canto, que a la vuelta de una ronda y ya cansado, nos entonó el primer bardo. Vociferando un yo te amo después de haber soltado el mazo, e idolatrar la candela al ver las llamas de ovarios calentándolo. Al ver la Estrella desnuda en su balcón gravitando con el corazón en pedazos, orgasmizando, e inspirado de aquel Fénix que revivió en el Calvario y que el recogió plumeando. Antes de que este partiera, con sus alas aún sangrando, volando hacia sus autóctonos prados.
Sin ver los fantasmas de viejas profecías a lo largo, ni guerras, ni hambruna, ni malos, ni los susodichos pecados, ni a moralistas de talco. Solo poesías y encantos y el vapor de lo sudado, entre guitarras y nardos coitando. Y el sol a su espalda iluminándole el tramo, a ratos. Hasta que lo dejó llegando y ya posado, haciendo un nido, trinando y cantando a lo atravesado. Pues quien olvide el pasado, nunca sabrá si entre faros confundió su itinerario; y aún no ha llegado ni a Ambos, porque se varó en Lo Aquejado y se reprendió a llorarlo.
– Dé la vuelta, calese los pies dentro de vuestros zapatos, si oye truenos advierta que lo guiamos y saque su pararrayos; y sin chistar siga andando, hasta escuchar nuestro canto…
– ¡A dos sirenas silbando a coro lo que al Fénix le escucharon, que descifraron los bardos!
― De donde vengo volando solo quien vuelve ha llegado, mírame ahora contándolo pero no pierdas el Faro; y dile adiós al pasado pero no olvides tus años, ni así los hayas errado al disfrutarlos…
– Y si te sientes cansado, no importa, porque dudar es de humanos, duérmete un rato parado; y si recuerdas el pacto, atado a la realidad verás el Faro donde nos congregamos.
― ¡Para llenarte el penacho iluminándolo, quemándote en Mi forjado bajo un Sol de fin de actos, que te harán cambiar de espacio, girándote hacia donde el tiempo aún no ha pasado.
– ¡Para que sigas los pasos que aún no has dado, por tus años!
Tony Cantero Suárez – El Idílico Existencialista – Los Susurros de Cantero – Copyright 2015
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